En una sociedad como la nuestra, la mexicana, la
violencia es un fenómeno social que se vive a diario, a todas horas y en todas
partes. ¿Cómo llegamos a esta situación? Es una pregunta que nos hacemos, en
mayor o menor medida, los habitantes de este país. Una gran cantidad de
nosotros, hemos sido víctimas de la violencia; o conocemos a alguien que ha
tenido esta experiencia.
Es un sin número de medios los que recurren a la
violencia como principal “atracción” de espectadores. La televisión, el cine
(que abordaremos en otro apartado) y uno de sus principales actores, el periódico.
Al día de hoy están en circulación diversos diarios (El Grafico, Metro, Basta,
La Prensa, etc.) que utilizan la nota roja como platillo fuerte, sin el mayor
reparo en el impacto que pueden generar en el publico que puede ver sus primeras
planas en cualquier puesto de revistas y no solo quien se acercan a ella para
consumirla.
Recuerdo que hace unos días caminaba por los andenes del
metro y vi un periódico que me alarmo, y no por la imagen con un hombre
decapitado, sino por el hecho de que un niño no mayor a 8 años la veía, y me
pregunte qué tan correcto es, que un niño de esa edad este expuesto a este tipo
de imágenes. Reconozco, sin ningún orgullo, que “esto” es lo que vende. El país
vive una etapa muy difícil, llena de este tipo de situaciones violentas y las
personas aun tienen el morbo por ver este tipo de información.
Este hecho me llevo a reflexionar sobre la doble moral
que tiene el mexicano; por un lado se reprueba con énfasis, públicamente y con
todo el discurso posible todos los hechos violentos, pero por otro lado, se da
la aprobación a este periodismo de nota roja.
Estos periódicos, antes mencionados, exhiben en sus primeras
planas, imágenes con gente muerta, encabezadas por títulos igual de alarmantes.
1 comentario:
Lamentablemente, toda esta forma de comunicación morbosa es la que llama la atención. La mercadotecnia, no se preocupa por lo que envía sino por lo que vende, permitiendo, que la información amarillista, lleve violecia y dañe psicologicamente al que la lee, que si bien es cierto que las cosas que suceden no carecen de ella, la forma de darla a conocer puede tener otro sentido. hay muchas formas de decir las cosas, sin hacer daño. Pues no es lo que se dice sino como se dice, o como se plazma para darla a conocer.
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